Inclusión Inversa: Ejemplo de integración y empatía liderado por estudiantes USACH
El año 2020, en plena Pandemia, un grupo de estudiantes en situación de discapacidad buscaba la oportunidad de tener un programa de acceso a la natación en nuestra universidad. Sus enormes deseos, junto a la proactividad e iniciativa de un grupo de estudiantes permitió que se creara la Comisión de Inclusión y Deporte que plasmó en el proyecto “Inclusión Inversa Deporte Adaptado USACH” un ejemplo de integración y empatía.
El proyecto tuvo su cierre el martes 13 de diciembre con un conversatorio, donde algunos de los participantes pudieron analizar todas las actividades desarrolladas durante estos 2 años y se proyectaron para intentar llevar más allá esta buena experiencia.
Rosanna Domarchi, profesora de Educación Física y docente de apoyo a la inclusión del Departamento de Deportes y Cultura, explicó que luego de tantas jornadas de actividades físicas, era el momento de aterrizar las sensaciones que dejó el encuentro permanente de todos estos actores.
La inclusión es un eje importante dentro de la universidad, en todos los estamentos. Y la inclusión inversa invita a las personas convencionales a ponerse en situación de discapacidad, ya sea con antifaz, silla de ruedas o bastones, para vivenciar lo que de manera cotidiana tienen que aceptar ellos, comentó la docente acompañante del proyecto estudiantil.
Así, desde el inicio con las personas en situación de discapacidad disfrutando de un programa de natación supervisado por algunas estudiantes de Pedagogía en Educación Física, la iniciativa fue ampliándose a otras disciplinas. Y poco a poco fueron más los jóvenes que se sumaron para vivir esta experiencia.
Deportes adaptados como eslalon, goalball, tenis de mesa, bochas o voleibol sentado fueron practicados por estudiantes de diversas carreras, como Pedagogía en Educación Física, Entrenador Deportivo, Terapeuta en Actividad Física y Salud, Administración Pública y Terapia Ocupacional, entre otras.
Nayaret Madrid, alumna de Pedagogía en Educación Física, explicó que “al principio tenía incertidumbre. Fue súper complicado adaptarme a sus necesidades en la piscina. Esta experiencia me va a ayudar a futuro para saber cómo acercarme a las personas en situación de discapacidad y atender sus problemas”.
En tanto, Ricardo Espinoza, líder del grupo estudiantil, contaba con orgullo lo que significó participar en este proyecto:
Somos un grupo que llevamos ya 2 o 3 años trabajando en lo que es el deporte adaptado. Dentro de la Pedagogía en Educación Física, que es lo que estoy estudiando, me abrió un mundo de posibilidades y conocimientos conectar con ellos. Me quedó una sensación de empatía y me gustaría tener esta llegada a distintas comunidades o grupos de personas dentro y fuera de la universidad.
Para la implementación de este proyecto, la universidad apoyó con diversas acciones, como: Habilitación de espacios y recintos deportivos (piscina temperada, gimnasio, estadio); material y equipamiento; recursos humanos en operación de los recintos deportivos; oficina de uso compartido; ambulancia y asistencia médica ante accidentes o emergencias.
Por su parte, el Ministerio de Educación financió la adquisición de equipamiento específico para estas prácticas, así como rampas plegables para el acceso de los deportistas. También apoyó la contratación de personal para el diseño y la realización de diversos talleres y actividades.
Cuesta convocar e invitar, porque el estudiantado generalmente tiene otras actividades. Pero hoy ellos tienen un rol protagónico, están liderando este proyecto, se vinculan con personas en situación de discapacidad y vivencian con ellas sus dificultades. Lo más bonito es que los chicos no sólo se implican en esta temática dentro del proyecto, sino que también han salido de la universidad y han participado en actividades extras fuera de la comunidad universitaria. Eso va más allá del quehacer propio de un taller o actividad interna, concluye la profesora Rosanna Domarchi.